viernes, 1 de octubre de 2010

EL ARTE DEL “OBSERVAR”

El saber observar, es un Arte: y más, si el observador no es descubierto.
Normalmente, se entiende que observar, es el ejercicio de prestar mayor atención a lo que se mira.
Ahora bien, se entiende que para lograrlo, se debe contar con el sentido de la visión física; aunque resulta que no sólo podemos y debemos contar con nuestros ojos, también podemos disponer de todos los otros sentidos que tenemos para una total y mejor observación.
Es tomar comprensión y posesión de que podemos observar con todo nuestro cuerpo.
Partamos de la base en que todo, en el Universo, es energía. Todo lo que nos rodea es un eterno motor de energía; y, nosotros, estamos en medio de todo eso, y está en nosotros el sacarle partido para captar mejor las cosas y hacer uso consciente de todas nuestras capacidades. Muchas pulidas y cimentadas por medio de instrucción, práctica consciente; voluntad y propósito; más todas aquellas que disponemos y que están latentes, prestas a funcionar.
El que las más de las veces no se apliquen, no quita que las sintamos; y, prestando mayor atención, les podamos dar mayor utilidad.
El observar es un acto natural, sencillo y, muchas veces, tristemente incompleto al que nos limitamos sólo a dar un “barrido” sobre la superficie de algo por observar, tanto para cumplir y, a otra cosa!.
Es una primera reacción primitiva como para identificar qué está pasando a nuestro alrededor. ¿Por qué no sacarle mejor provecho a esa posibilidad?.
El entrenamiento constante de “re-forzar” el ejercicio de la observación, nos permite ir captando, mejor, sobre las múltiples facetas de situaciones que antes, no las podíamos “ver”.
Una de las opciones, y muy comprobadas y válidas, es ejercitar desde un rompecabezas hasta la práctica del “Sopa de letras”, que consta de una grilla de formato cuadrado o rectangular que presenta una serie de letras supuestamente colocadas al azar. Ambas opciones nos harían pensar que son pasatiempos que nos hacen perder el tiempo. Nada más errado!.
Con el “Sopa de letras”, es como acercarse al ejercicio de encriptados. Se solicita y ofrece un listado de palabras que deberán encontrarse y marcarse al encontrarlas. Ahora bien, además de ayudar a la mente a no ir a los saltos entre uno y otro tema que pueden llamarnos la atenciín, nos aporta el benéfico momento de calma y nos incita a concentrarnos, en este caso, a esta búsqueda de palabras.
Ahora bien. Vamos a la parte práctica y efectiva del ejercicio. Estamos logrando mejor intención y fijación del Objetivo. Nos proponemos identificar esa palabra, (que en esa grilla, la palabra puede estar posicionada en forma diagonal, vertical u horizontal y, también, escrita en dirección normal de lectura o, invertida. El cerebro, tiende a “completar” cualquier imáge, pensamiento o acción en función de ver qué es y/o qué está pasando.
Al cerebro, hay que ejercitarlo y educarlo; y, los resultados, son sorprendentes!.
También, he mencionado la posibilidad de ejercitar con rompecabezas. Aquí, el material dificulta de transportarle ya que necesita de una base plana y que nadie toque, por si no se le arma de una sola vez.
Ahora bien, se va convirtiendo en un ejercicio de fijación visual al tener que encontrar la pieza que conviene por forma, tema de imagen, si la tiene, (existen rompecabezas muy interesantes en los que no existe representada ninguna imagen y sólo presentan una superficie de un solo color, que serviría más para fijar atención en forma de pieza y matiz de pigmento).
Esta práctica de armar rompecabezas es una muy interesante propuesta para “Observar” la actitud de quien se presta a resolverlo y qué método, propio, personal, aplica.
O sea, se le está estudiando sobre qué aptitudes, voluntad y deseo está aplicando para resolver algo, en este caso, un armado de rompecabezas; otro, puede ser desarmar y volver a armar, (si es posible con todas sus piezas y en orden establecido), por ejemplo, su arma de instrucción.
Cuando estamos dispuestos a fijar nuestra atención al ejercicio de la observación, estamos “ordenando”, primeramente, al cerebro, que tiene tendencia al menor esfuerzo; como ejemplo, podemos citar el propósito de ponernos a leer o estudiar algo; y, ¿Qué nos “asalta”?... La distracción o el sueño!.
Ahora bien, cuando estamos decididos a fijar nuestro propósito de atención en algo, al cerebro no le queda más remedio que cumplir con ese cometido.
Como todo entrenamiento, no hay que forzar de primer intento. Agota y genera rebeldía!.
Hay que, de modo sutil, “presentar” esta modalidad de ejercicio, como una propuesta nueva e interesante. Con el tiempo y notando adelantos, el mismo cerebro se encarga de poner a punto todas las partes actuantes posibles para fijar este nuevo ejercicio. Entonces, se vé más y mejor todo lo que antes estaba, a nuestro alrededor, y nos pasaba desapercibido.
Una vez afianzado, el ejercicio, lo que le sigue es orientar esta incrementada capacidad hacia un Objetivo y, notaremos que todo nuestro cuerpo se ha ido “entrenando” en concordancia y descubrimos que no sólo podemos “observar”, nuestro entorno, con nuestros ojos.
La piel “observa”, nuestros otros sentidos, “observan”: y, cuando queremos acordar, de todo lo que queramos “observar”, tenemos mayor capacidad para obtener mayor información del Objetivo.




ADRIANA A. GROSSI
24/09/2010

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