Debemos tener en cuenta, primeramente, con qué medios contamos para identificar los síntomas de estrés postraumático en una persona.
Una vez logrado esto, el
profesional debe tener la capacidad, el arte, la sutileza y el respeto como
para ir "franqueando" todas y cada una de las "vallas"
psicológicas de la persona que se encuentra en esa situación. Es más, no todo
profesional puede estar capacitado como para enfrentarse a este reto: Tratar a
una persona con estrés postraumático.
A medida que a una persona, que
experimentó algún tipo de estrés postraumático, le va pasando el tiempo; se
presenta la peligrosa ecuación: A mayor tiempo cargando todo ese bagaje de
experiencias traumáticas, mayor riesgo a que esté más que lejos de su curación.
Hablo de curación porque sí es
posible, no importa su profundidad en la mente, el impacto acumulado por esa o
esas experiencias. La persona, sí puede salir a flote, perfectamente, y retomar
el curso de su vida, y sin secuelas. El secreto, es que el profesional que le
atiende, esté consciente y preparado para sortear esa carrera de obstáculos
mentales de esa persona y lograr levantarle la mano, con triunfo, y que esa
persona compruebe y reconozca que lo logró!.
Todo tratamiento tiene y puede
lograr maravillas. El arte, es tener el conocimiento total de todas las facetas
de conducta que se pueden derivar sobre la sintomatología.
Sólo lo que se conoce, se
comprende; y, lo que se comprende, da las herramientas justas para conseguir un
muy buen resultado.
En cuanto la persona que ha vivido alguna experiencia
traumática, está en la capacidad del
profesional para poder detectar los síntomas entre lo que expresa la persona,
lo que se observa de ella y lo que realmente está necesitando. Los
"mensajes" de auxilio, son infinitos; la capacidad de detectarlos,
por parte del profesional, depende de su preparación para responder, captar qué
es lo que realmente está pasando a esa persona.
Visto de un modo
"externo", el profesional puede identificar, a primera vista,
algunas características sencillas: Conductas evasivas como: "No quiero
hablar", "No quiero recordar", "No me pregunten", etc.
Pero, esa persona, justamente, lo que niega, es lo que más tiene
"fresquito" y a flor de piel!. Es como estar ante una persona con
quemaduras de tercer grado!.
Esa persona, que no comprende
lo que le está pasando. Lo siente pero le está pasando, y, a la vez, no sabe
cómo reaccionar, a quién recurrir y, lo más importante: Si será
"escuchado". De seguro que recurrirá a "muletas"
perniciosas como las drogas, el alcohol, etc. Se tornará agresivo, esquivo,
silencioso porque, está experimentando algo terrible: El abandono.
También, está en el bien
preparado profesional el identificar qué está realmente pasando en el interior
de esa persona, teniendo en cuenta su actividad, que es lo más importante,
sino, no hay tratamiento que "funcione". A cada quién... Su
tratamiento. Una cosa es lo que se informó, estudió, investigó el profesional
sobre la sintomatología en cuestión. Otra, muy diferente y más que
importante... Que la comprenda!.
Por ejemplo, a un Efectivo que
viene de una Misión, que tuvo una serie variada de experiencias conocidas,
esperadas e inesperadas, y demás; se encuentra que vuelve a su lugar de origen,
con un ritmo de actividad a la que todavía no se ajusta; y, a veces, hasta que
no comprende, le invade una sensación de vacío. Es como un post-parto. El tener
que "desprenderse" de su mayor motivo de atención.
Ese "vacío", es el
que le arrastra a un montón de sentimientos encontrados y a muchas preguntas
sin responder.
Repito, sólo el profesional que
comprende, realmente, el mecanismo, puede lograr sacar a flote a esa persona.
Ya no sirve lo leído, lo estudiado, lo aprendido. Es estar con esa persona con
estrés postraumático que está necesitando ayuda, comprensión y la respuesta a
todo lo que está "bullendo" en su interior que quiere y no quiere
"salir".
No, aquí no corren las
sugerencias sencillas de terapias de grupo, yoga y demás. Aquí, se está ante
una persona que está necesitando atención personalizada y completa. Además, en
este tipo de sintomatologías, hasta es más que peligroso si el profesional
intenta recurrir al "disfráz" del psicofármaco. No existen
pastillitas "mágicas; y, menos, en los psicofármacos!. Es más, se corre el
peligro de que el organismo de esa persona con estrés postraumático, no esté
preparada como para recibir el o los componentes de esa medicación.
El psicofármaco,
"disfraza" cualquier sintomatología y no permite, para nada, poder
identificar el grado de profundidad de daño en la mente de esa persona. A mayor
consciencia de la persona, mejor se puede identificar qué está pasando, qué
está necesitando y qué pasos seguir para su mejor solución.
Se supone que, ante una
situación de una persona con estrés postraumático crónico, todo es
"irreversible"... ¿Lo es?. Yo sé que no!.
Otro detalle más que
importante: La persona que está pasando por una situación de estrés
postraumático, necesita, antes que nada y más que nada, algo importante:
Privacidad!.
La falta de privacidad, si nos
fijamos, en todo tipo de paciente, le genera, a la persona a tratar, una
"marca" más perniciosa que cualquier otra cosa: El haber sido
"expuesto" ante "extraños", la humillación de ese tipo de
"manoseo" a toda luz de, justamente, esa situación que le es
"privativa". Y, el profesional; aquel que tiene respeto por su
profesión y por la persona a tratar, tiene que tener la delicadeza de no sumar
un daño peor al ya presente daño al que se vió invadida la persona a tratar.
Eso, y mucho más, lo sabemos
quienes pasamos por el estrés postraumático.
ADRIANA
GROSSI
10/06/12
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